La Misa fue organizada por la Latin Mass Society de Inglaterra y Gales, entidad sin ánimo de lucro dedicada a la liturgia tradicional católica y que tiene también actividades académicas, sociales y divulgativas. El oficio correspondió a la Misa de San Enrique, Emperador y Confesor, con el Coro de Ceremonias Especiales de la Catedral, bajo la dirección del Maestro Asistente Peter Stevens, con música de la Misa para cuatro voces de William Byrd, el motete Os justi, de Anton Bruckner y el himno Ave Maria de Robert Parsons.
El sacerdote que celebró fue el Reverendo John Scott, archivista y capellán de la Catedral. A veces se necesita de un converso, en este caso un anglicano converso al Catolicismo, para hacer una homilía breve, contundente, y esperanzadora a los fieles a Roma. El padre Scott comenzó reconociendo implícitamente la agitación que se vive la Iglesia, de un lado con la Carta Apostólica Summorum Pontificum que promulgó motu proprio el anterior papa Benedicto XVI permitiendo la celebración de los oficios conforme a la forma previa al Concilio Vaticano II en virtud de que continuaba siendo sagrada y válida, y de otro lado con la Carta Traditionis Custodes del actual papa Francisco, cuya imposición de restricciones ha abierto las compuertas de controversia todavía mayor entre comunidades de fieles, clérigos y el Vaticano.
Han sido “criticados, burlados”, dijo el padre Scott. Incomprendidos, insultados a veces, acusados de lo que no son: casos de todo esto se están dando en el señalamiento que oficial y no oficialmente se hace, en algunos sitios, de las personas que buscan, acuden, defienden los ritos tradicionales católicos.