Por mucho que el autor William Somerset Maugham dijese que era una novela, y que aunque tuviese mucho de autobiografía, “mucho más era pura invención”, Servidumbre Humana (Of Human Bondage, 1915) continúa siendo considerada no solamente su obra maestra sino un testimonio semi-autobiográfico de un hombre para quien la orfandad es apenas el primero de los duelos de su vida.
Con sus largos pasajes que transcurren lentamente en más de 600 páginas, la novela sigue siendo objeto de referencia y estudio internacional, considerada una de las mejores de la literatura moderna británica.
Somerset Maugham, autor inglés pero nacido en París y muerto en Niza, habla de frustración, inseguridad, celos, manipulación, arte, vocación y una búsqueda de sentido en la vida, que llega al final con cierta satisfacción, entre reflexiones del protagonista sobre sí mismo y el mundo que le ha tocado vivir.
A propósito, fue el libro que el periodista Peter Hitchens llevó para releer mientras se dirigía a presentar los respetos ante el féretro de la reina Isabel II en septiembre de 2022, como menciona en esta entrevista para El Exquisito. Fragmentos bien conocidos de la novela, como el siguiente, hacen pensar en ciertos temas que, pasado un siglo largo de publicación, no parecerían estar muy lejos de las preocupaciones de Hitchens y otros escritores sobre las libertades contemporáneas:
“Usted sabe, hay dos cosas buenas en la vida, libertad de pensamiento y libertad de actuar. En Francia, usted tiene libertad de actuar: puede hacer lo que le guste y a nadie le importa, pero usted tiene que pensar como el resto de la gente. En Alemania, usted tiene que hacer lo que todos los demás hacen, pero puede pensar como desee. Son ambas muy buenas cosas. Yo personalmente prefiero libertad de pensamiento. Pero en Inglaterra, usted no tiene ninguna: usted está atado a la convención. No puede pensar como quiera ni puede actuar como quiere. Esto es porque es una nación democrática. Supongo que en Estados Unidos será peor”.
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