Hacia el oriente, en Westminster

Hacia el oriente, en Westminster
Altar mayor, Misa Tradicional Catedral Westminster, julio 2023 ©El Exquisito
Mesa Editorial / July 21, 2023
  • Andamios aparte, la imagen parecería habitual. Pero no lo es. El altar estaba dispuesto ad orientem (hacia el oriente) y las oraciones enmarcadas en latín. Unos quince minutos después, sonó la campana, empezó la procesión desde la sacristía hacia la nave central, el coro comenzó el canto del Introito y tanto sacerdote como feligreses miraron en la misma dirección en la Misa Tradicional que se ofició el 15 de julio 2023 en la Catedral católica de Westminster, en Londres.

    La Misa fue organizada por la Latin Mass Society de Inglaterra y Gales, entidad sin ánimo de lucro dedicada a la liturgia tradicional católica y que tiene también actividades académicas, sociales y divulgativas. El oficio correspondió a la Misa de San Enrique, Emperador y Confesor, con el Coro de Ceremonias Especiales de la Catedral, bajo la dirección del Maestro Asistente Peter Stevens, con música de la Misa para cuatro voces de William Byrd, el motete Os justi, de Anton Bruckner y el himno Ave Maria de Robert Parsons.

    El sacerdote que celebró fue el Reverendo John Scott, archivista y capellán de la Catedral. A veces se necesita de un converso, en este caso un anglicano converso al Catolicismo, para hacer una homilía breve, contundente, y esperanzadora a los fieles a Roma. El padre Scott comenzó reconociendo implícitamente la agitación que se vive la Iglesia, de un lado con la Carta Apostólica Summorum Pontificum que promulgó motu proprio el anterior papa Benedicto XVI permitiendo la celebración de los oficios conforme a la forma previa al Concilio Vaticano II en virtud de que continuaba siendo sagrada y válida, y de otro lado con la Carta Traditionis Custodes del actual papa Francisco, cuya imposición de restricciones ha abierto las compuertas de controversia todavía mayor entre comunidades de fieles, clérigos y el Vaticano.

    Han sido “criticados, burlados”, dijo el padre Scott. Incomprendidos, insultados a veces, acusados de lo que no son: casos de todo esto se están dando en el señalamiento que oficial y no oficialmente se hace, en algunos sitios, de las personas que buscan, acuden, defienden los ritos tradicionales católicos.

    ©Cortesía Joseph Shaw, Latin Mass Society

    El padre Scott llamó a la firmeza y también a la confianza, terminando su homilía con el rezo del Salmo 77: “En voz alta clamo a Dios, en voz alta para que me escuche/ Busqué al Señor en el momento de la prueba, de noche sin descanso hacia Él tendí mi mano y mi alma se negó a ser consolada… / No me permite dormir, me perturbo y me faltan las palabras./ Es que pienso en los días de otrora, en los tiempos antiguos./ Y me acuerdo y por la noche mi corazón se atormenta, medito y mi espíritu se interroga: ¿Nos rechazará Dios para siempre y no reabrirá el tiempo de sus favores?…”

    Con el salmista que habla del “Dios que hace maravillas y demuestra [su] fuerza entre los pueblos” prosiguió la Misa, cuya invocación a San Enrique (973-1024) es significativa. Originario de Bamberg, hijo del duque de Bavaria, Enrique II fue coronado Emperador del Sacro Imperio Romano por el papa Benedicto VIII. Hombre de mundo, de la nobleza y de la Iglesia, en donde encontró refugio durante el exilio familiar desde muy joven, cuando recibió una excepcional formación eclesiástica. Participó las reformas desde la Abadía de Cluny que incluyeron reglas sobre celibato, la vida monástica y contra la simonía (la intención deliberada de compraventa de favores espirituales a cambio de bienes temporales-terrenales).

    Según el archivo oficial del Vaticano, “su interés en la liturgia puede verse en su deseo de introducir la recitación del Credo en la Misa dominical”. Enrique contrajo nupcias en el año 999 con la emperatriz Cunigunde de Luxemburgo, quien también sería canonizada años después. Ambos se distinguieron por su piedad y propagación del Cristianismo. Y por el respeto al sacramento del Matrimonio.

    Libro Sacramentario de Enrique II, Munich ©Wikimedia Commons

    Un grupo diverso de fieles se observó en la Misa, distintas procedencias geográficas, edades y quizá lenguas maternas pero respondiendo al unísono en latín. A diferencia de la imagen distorsionada con la cual se critica en algunas partes, el rito con devoción, respeto, belleza, incienso, algunos misales y mantillas no se practicó como un vano ejercicio de nostalgia incomprensible, sino con una participación activa de personas en uso de sus facultades y criterio.

    Después de finalizar la Misa, un señor de ascendencia india se acercó al presbiterio, con la que parecía ser su familia. Se arrodilló reclinando también su rostro y manos en el suelo por un momento, en acción de adoración, y repitió con la niña pequeña y el niño que estaban a su lado. Esto llamó la atención de algunos presentes. Un gesto sincero, que hace pensar en el sentido de la Iglesia universal. Posteriormente unos empleados devolvieron los bancos delanteros a su lugar. Habían tenido que ser puestos más cerca al altar para la Comunión de rodillas. Como sucede en otras, en esta Catedral también hace falta la barandilla.