Es cierto que Australia tiene fama por sus árboles de jacaranda que pueblan avenidas enteras y, a la manera del país, son inmensas en número, color y presencia social. Tiñen espectacularmente de morado el paisaje de ciudades como Brisbane y Sydney, en cuya universidad principal, a propósito, surgió hace años la costumbre entre los estudiantes de sentarse bajo un árbol específico del campus, y la leyenda de que quien no lo hiciera antes de la primera floración, perdería los exámenes. Cuando ese árbol murió en 2016, fue motivo de duelo en el periódico estudiantil, y noticia en el Sydney Morning Herald.
Pero como bien reconocen los mismos australianos, el árbol de jacaranda no es nativo de su tierra. De hecho, la revista Australia Geographic se preguntaba en 2018 si eran “íconos o plagas”. La jacaranda es originaria de Sur América y se extiende por todo el continente con unas treinta especies, entre las cuales la mimosifolia que abunda en el país oceánico proviene del noroeste de Argentina y parte de Bolivia. Y es en países como Colombia en donde este árbol inspira un adjetivo informal: ‘jacarandoso’, queriendo decir colorido y festivo; motivo de más para disfrutar su florecimiento en esta época del año.