“Todos los caminos conducen a Roma” y particularmente los caminos de la Iglesia Católica, con sus cumbres sublimes, sus valles sinuosos y sus oscuros abismos. De obispos y papas se puede escribir mucho pero para entender el origen de esa relación única entre la antigua ciudad imperial y el pontificado, el personaje de rigor es León I, un papa que determinó el lugar del Cristianismo en Roma y de Roma en el Cristianismo. Su pontificado, entre los años 440 y 461, fue ejercido a plenitud en lo religioso, en lo político, en lo cultural.
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