La virtud de saber decidir

La virtud de saber decidir
Detalle de una capilla en la iglesia Holy Rood, Watford, Inglaterra. ©El Exquisito
Mesa Editorial / June 13, 2022
  • ¿Cómo tomar una buena decisión?, ¿cuánto tiempo se debe deliberar?, ¿qué tiene de práctico una virtud? Preguntas con calibre para cualquier persona a la que le importe cómo vivir su vida. Ciertamente para un prelado de la Iglesia católica. Así es que se recibe con mucho interés un discurso del cardenal Robert Sarah en la ceremonia de clausura del año en Christendom College, Estados Unidos, el pasado 14 de mayo de 2022.

    El cardenal guineano, Prefecto emérito de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, recibió en la ceremonia un título honoris causa, que agradeció con orgullo de ser parte de una promoción que, en este año 2022, se gradúa tras dos años de pandemia de coronavirus, en un país de profunda división política y electoral, y en un mundo en alerta por la guerra en Europa. Habló con lucidez, con amabilidad y con contundencia, tanto como teólogo como pastor.

    En primer lugar, el Cardenal ha subrayado el significado de la educación. Ha hablado de la búsqueda intelectual, de lo verdadero, lo bueno, lo hermoso; y también de la Divina Revelación en la Sagrada Escritura, Tradición y el Magisterio de la Iglesia. Esto no debería sorprender, pero en tiempos en los cuales tantas instituciones de enseñanza supuestamente católicas están en medio de controversias por su floja academia, ausente coherencia con la identidad religiosa, contradictorias prácticas y, en otros casos, directamente por delitos de abusos, cuando un alto prelado habla con mayúsculas el significado es añadido.

    Tratándose además del cardenal Sarah, él ha procedido a mencionar el desafío, para la institución y para sus egresados de adherirse a una fe, en contravía de los esquemas mayoritarios del mundo contemporáneo que “liquidan a Dios y crean falsas normas morales” y confunden incluso “la identidad fundamental de un hombre y de una mujer”.

    En segundo lugar, el Cardenal ha discurrido sobre su tema central: la virtud de la sabiduría práctica. Si las demás virtudes ayudan a percibir y responder correctamente a dones específicos (como la salud, el honor o la riqueza) la sabiduría práctica permite integrar esos dones, discernir cómo incorporarlos en la vida, conforme a la vocación que cada persona tenga, y tomar decisiones.

    “Cultivar el hábito de deliberar bien, sin apresurarse, sin dilatar más de lo necesario”.

    Ha hablado de Aristóteles y de Santo Tomás de Aquino. El filósofo griego explica que tomarse el tiempo para deliberar antes de tomar una decisión es en sí mismo algo bueno, que no debe ser sobre ni infravalorado. Madurar es también afinar las habilidades para decidir y aceptar dos condiciones del proceso: una vez tomada una decisión no siempre se pueden anticipar todas las consecuencias de la misma y, en ocasiones, no es posible disponer del tiempo ideal para deliberar.

    A veces, “incluso decisiones trascendentales no dejan tiempo para pensar”, se debate entre beneficios que son contrarios, o en medio de conflictos de interés. Por ello, recalcó el Cardenal, es crucial aprender a decidir, incluso bajo presión. Cultivar el hábito de deliberar bien, sin apresurarse, sin dilatar más de lo necesario. Conseguir el equilibrio.

    Un pasaje de la biografía de San Ignacio de Loyola, al llegar a una casa en París cuando empezaba a extenderse la plaga por la ciudad, sirvió de ejemplo: el santo consoló y ayudó a enfermos, tocó sus heridas. Al salir de la casa, le empezó a doler una mano y pensó que podría haberse infectado. Se llenó de un temor imposible de alejar. Y pensó: “si tienes la plaga en tu mano, también la tendrás en tu boca”. Al tocarse los labios con sus dedos, el miedo se desvaneció y el dolor cesó.

    Fue un acto de valentía: de no querer dejar que el miedo lo consumase. Cinco siglos después, como observó el Cardenal, con la pandemia del coronavirus, de confinamientos, mascarillas, enormes restricciones en todo el mundo, este pasaje de san Ignacio puede parecer “irresponsable, casi ofensivo” para muchísimas personas. Pero brinda muchas reflexiones importantes: Ignacio siente el temor, lo enfrenta, y opta por una acción contraria extrema. No busca exponerse de nuevo sino disciplinar el miedo, sabiendo que hay un riesgo que es necesario correr. “Deben haber sido minutos u horas de mucha angustia, de temer la enfermedad e incluso la muerte”, pero optó por sobrepasar dicha angustia y seguir su llamado de servir a Dios.

    En un mundo ruidoso de compulsiva aversión al riesgo y apego terrenal, el Cardenal instó a la decisión conforme a la virtud y “vivir en libertad”.

    “Una acción virtuosa lleva a una decisión”, cuando se delibera correctamente se elige un camino, se prioriza, se procede acordemente. El Cardenal advirtió que no se trata de que las personas se “expongan innecesariamente” a peligros pero sí que aprendan a liberar la tensión del continuo temor e indecisión. A reconocer “las tendencias en nosotros y en los otros que oscurecen el punto del equilibrio virtuoso” para conducir las propias acciones.

    En el contexto de la pandemia, de iglesias cerradas prolongadamente, de enfermos y moribundos sin sacramentos, de sacerdotes y feligreses ‘más papistas que el Papa’ en cuanto a aceptación de restricciones al culto, así el Cardenal no haya mencionado esto directamente, sus palabras fueron bastante elocuentes: “La salud es un bien legítimo para conservar pero también está la perspectiva cristiana sobre la vida y la muerte”.

    Terminó recordando que el silencio favorece la deliberación. En un mundo ruidoso de compulsiva aversión al riesgo y apego terrenal, el Cardenal instó a la decisión conforme a la virtud y “vivir en libertad”. En ocasiones, un hombre de más de 75 años, de sotana negra, con una cruz en el pecho y un zuccehetto rojo, de padres animistas en África convertidos al catolicismo, activo en medios sociales, es la persona que jóvenes veinteañeros del noreste estadounidense -y otros, de todas las edades, alrededor del mundo- necesitan resueltamente escuchar.