Las reliquias de San Francisco

Las reliquias de San Francisco
Hábito de San Francisco ©Basílica Santa Croce, Florencia; Cuerno de San Francisco ©Basílica San Nicolás, Asís
Mesa Editorial / October 4, 2023
  • Un hábito y un cuerno: dos piezas de la exposición reciente St Francis of Assisi en la National Gallery de Londres tienen un importante valor histórico, pero además un profundo significado religioso en cuanto son consideradas reliquias de San Francisco, cuya memoria se conmemora el 4 de octubre. Son parte, con otros escritos, obras artísticas y tradición, de la que hemos llamado aquí La riqueza franciscana, sobre la cual los cristianos tienen mucho para conocer e interpretar, particularmente aquellos interesados en quien también hemos llamado aquí el Francisco original.

    El hábito se cree que perteneció a San Francisco mismo, data del siglo XIII e incluye la cuerda que él hubiese usado alrededor de su cintura. Los nudos representan los votos de pobreza, castidad y obediencia. Está hecho de material de lana y pertenece a la Comunidad de los Hermanos Franciscanos Menores en la Basílica de la Santa Cruz, en la ciudad italiana de Florencia.

    Este hábito, como los que se encuentran en Asís, La Verna y Cortona, no es solamente una vestimenta distintiva, por supuesto, como señalaban los autores del libro-catálogo de la exposición. Es cruciforme, y así es además una referencia directa, explícita a Cristo. Quien lo viste se acerca a la figura de Él. El cardenal San Buenaventura en su volumen La vida de San Francisco de Asís se refiere a “un hábito conforme a la cruz, aún más, confirma con el testimonio irrefutable de verdad que el sello de la semejanza con e Dios viviente, ésto es, de Cristo crucificado, que fue impreso sobre su cuerpo”.

    El fraile Tomás de Celano también enfatiza el aspecto Cristológico: “era a imagen de la cruz, de tal manera que en éste, él alejaría cada fantasía de los demonios… muy rústico, de tal manera que en éste él pudiera crucificar la carne con sus vicios y pecados”. Ambos autores conocieron al Santo, el primero fue prominente teólogo y Ministro General de la Orden, y el segundo fue prominente poeta y autor de tres hagiografías de Francisco.

    Fra Angelico, Francisco ante el Sultán,1429 ©Museo Lindenau, Altenburg/Foto Bernd Sinterhauf

    El cuerno está asociado a uno de los pasajes más conocidos de la vida de San Francisco: al encuentro con el sultán egipcio al-Malik-al-Kamil, durante el cual el Santo predicó sobre Jesús y la Trinidad y aceptó la prueba de caminar por entre un paso de fuego, causando admiración por parte del sultán y su corte. Según la tradición, el Sultán le dio este cuerno a Francisco tras el encuentro.

    El objeto aparece en la lista de reliquias de mediados del siglo XIV, con el mismo manuscrito que contiene la copia de la Chartula, las dos cartas que se conservan de Francisco, pero en este documento no se hace referencia al encuentro. La primera fuente que específicamente menciona el cuerno como un regalo de aquel encuentro es un inventario de 1473. Tomás de Celano escribe que el Sultán ofreció “muchos regalos, intentando atraer su mente a las riquezas terrenales”, igualmente hace mención Buenaventura pero ambos recalcan que Francisco rehusó aceptarlos.

    Como señalan los autores del libro-catálogo de la exposición de la National Gallery, “se ha escrito, sorprendentemente, muy poco acerca de este objeto tan importante conservado entre las reliquias franciscanas en la Basílica Menor de Asís (…) que continúa siendo un misterio (…) El cuerno añade una dimensión material al encuentro tan significativo entre dos hombres que profesaban distintas fes. ”

    Y así mismo, el cuerno “suena” por sí mismo: tiene una inscripción el latín en la montura de plata que se adicionó al marfil en el siglo XIII y que dice: “Con esta campana, San Francisco reunía a la gente para orar y con estas barras, imponía silencio entre ellos”. Tiene la firma de un platero de Siena, Giovanni di Nicoluccio, que indica que él fabricó la montura en Asís.

    Los hombres y mujeres pobres que Francisco vio en su juventud causaron una impresión en él. Adoptó un hábito que reflejaba externamente la humildad y pobreza de su vocación. Pero al mismo tiempo, en la Regla de 1223, a los frailes de la Orden se les instruye “a no mirar mal o juzgar a aquellos que ven vestidos en ropajes suaves y finos… sino más bien dejar que cada quien juzgue y se mire a sí mismo”.

    En distintas obras de arte aparecen imágenes del objeto, por ejemplo en el fresco de la prueba de fuego de Jacopino de’Scipioni en la iglesia de Santa María de la Gracia en Bérgamo (1506-7) con una inscripción debajo que dice “Francisco aceptó de él [el Sultán] un cuerno con dos barras por seguridad”. El artista pinta los objetos atados al cordel de San Francisco al salir del palacio del Sultán. Los curadores de la exposición anotan que el cuerno también se ha incluido en los análisis que estudian el interés del Santo por los soldados.

    Existe una extendida pretensión de asociar a los Francisco y a los miembros de su Orden con una especie de proto-activismo ambiental, social e incluso de ‘minimalismo’ litúrgico, como se lee en este texto de New Liturgical Movement de hace diez años pero que tiene renovada vigencia actualmente. Es irónico, por decir lo menos, que precisamente se quiera reducir, reduzca a términos superficiales, materiales y temporales el ejemplo de San Francisco, quien demostró tanta reverencia por el Oficio Divino como lo han descrito numerosos textos y testimonios a lo largo de los siglos, como se lee en un fragmento de Tomás de Celano en el volumen segundo de la Vida de San Francisco: “Él quiso enviar a sus hermanos por el mundo con píxides preciosos, de tal manera que cuando ellos viesen el precio de nuestra redención [el Santísimo Sacramento] siendo mantenido en una manera inapropiada, ellos lo debían poner en el mejor lugar”.

    Las biografías del Santo relatan cómo él sufría cuando un templo no era tenido de manera debida, él mismo limpiaba, e instruyó a sus hermanos también en la limpieza de los altares y en todo lo concerniente a la celebración de la Misa. Tanto él como su seguidora, Santa Clara de Asís, han ejercido una influencia de suma importancia en la devoción y apreciación de la belleza en la fe Católica, y por ende en su liturgia.

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