Roma: Habemus epistula

Roma: Habemus epistula
Cúpula Oratorio San Felipe Neri, Birmingham ©El Exquisito
Mesa Editorial / July 3, 2024
  • En la noche del 2 de julio 2024, una información empezó a circular en la web sobre una carta importante que iba a ser publicada el día siguiente en el periódico The Times en Londres. La primicia la dio el periodista Damian Thompson en su cuenta de Twitter/X que encabeza con el nombre de ‘Holy Smoke’, generando mucha expectativa al tratarse de una carta concerniente a la Misa Tradicional Católica y las crecientes restricciones a la misma por parte del… Vaticano.

    En efecto, el día miércoles 3 de julio el diario publicó no solamente la carta sino también un artículo al respecto: Traditional Latin Mass is a Jewel that Must Be Treasured, firmado por el aclamado compositor escocés sir James MacMillan. La carta lleva la firma de 48 personas reconocidas en las artes, la academia y la política en Gran Bretaña, con distintas ocupaciones, proveniencias y creencias religiosas. Algunos son católicos, otros son judíos, protestantes y otros, inclusive, son agnósticos o ateos. Algunos son miembros de la Cámara de los Lores, una es miembro de la realeza, otros tienen títulos honoríficos y otros son distinguidos por sus logros en distintas profesiones. Varios músicos de renombre destacan en la lista como la soprano Sophie Bevan, Ryan Wigglesworth o la cantante de ópera Kiri Te Kanawa. También están el creador de la serie Downton Abbey, Julian Fellowes, la activista de derechos humanos Bianca Jagger, los escritores Antonia Fraser y A.N. Wilson, y el premiado historiador y escritor Tom Holland.

    Bajo el título de Latin Mass at Risk, los firmantes comienzan señalando que hace 53 años, el 6 de julio de 1971, otro grupo de personas escribió una carta también publicada en el Times, dirigiendo una petición al entonces papa Paulo VI, para que permitiese la continuación de la celebración tradicional, tras los cambios en la liturgia posteriores al Concilio Vaticano II. El resultado de esa petición, aunada a otras misivas, fue el llamado Indulto Inglés, que permitió a los católicos en Inglaterra y Gales seguir teniendo misas según el rito tradicional. Aunque bajo ciertas condiciones particulares, esta población gozó de un favor excepcional, que en 1984 fue extendido y finalmente refrendado para todo el mundo por el papa Benedicto XVI con su Carta Apostólica motu proprio Summorum Pontificum.

    Como entre los firmantes de aquella famosa carta estaba la celebérrima escritora [anglicana] Agatha Christie, ese indulto seminal se asocia con su nombre y con la anécdota de que el Papa reconoció de inmediato el nombre de ella en la lista; aunque igualmente le eran familiares otros nombres como los del escritor Graham Greene.

    La carta de este año 2024 surge de una preocupación: el riesgo de que la Misa sea prohibida, como han sugerido rumores verificados el 17 de junio 2024 por el blog Rorate Cæli, seguidos de la confirmación de la existencia de un borrador de documento oficial, por la periodista Diane Montagna. Esto, continuando las restricciones crecientes impuestas por el papa Francisco a partir de su motu proprio Traditionis Custodes; el cual ha desencadenado, por ejemplo, la prohibición de oficios según el rito tradicional en toda la diócesis de Westminster desde la cancelación en 2023 de la Misa Tridentina en la solemnidad de los Fieles Difuntos organizada por la Latin Mass Society en Londres, como escribíamos aquí: Requiem ex-Westminster, y la posterior supresión del ritual tradicional para el Triduum Pascual en 2024.

    Los firmantes señalan cómo dichos rumores representan “un prospecto doloroso y confuso”, especialmente para tantos jóvenes católicos que, en números cada vez en aumento (como se observó, por ejemplo, en la impresionante peregrinación tradicional de Pentecostés a la Catedral de Chartres en junio pasado) “cuya fe se ha visto nutrida” por la liturgia tradicional, que ellos definen como una “catedral de texto y gesto”, que se ha desarrollado con el tiempo de igual manera que las mismas venerables catedrales que hacen parte de la historia pública y privada de la Iglesia. Los firmantes advierten que su motivación es ecuménica, no política, y enfáticamente llaman la atención sobre el profundo valor del “silencio y contemplación” del antiguo rito que, de ser dejado atrás, se vuelve “imposible de reconstruir”. Finalmente imploran a la Santa Sede que reconsidere y no impida “el acceso a este magnificente legado espiritual y cultural”.

    Por su parte, sir James MacMillan escribe en su artículo como autor de la iniciativa pero, principalmente, como un católico leal y practicante: “Si Roma hiciere lo que se rumora, esto sería terriblemente injusto y sería una burla total de la ‘sinodalidad’”. El compositor señala correctamente cómo, inclusive observadores desde fuera de la Iglesia ven el riesgo aludido como una “cuestión de libertad religiosa”; resultándoles incomprensible el hecho de que haya funcionarios dentro del Vaticano involucrados en “este autoritarismo filisteo” contra otros mismos católicos. Y añade que seguramente es una “señal de diversidad, inclusión y equidad” que se mantengan ritos diferentes: el antiguo de los Dominicos, el del Ordinariato (de los anglicanos conversos al Catolicismo), aquellos de los Católicos orientales, el Novus Ordo postconciliar, “y, Dios quiera, [el de] la Misa Tradicional”. Aunque no los menciona, se podrían añadir aquí el rito Sarum de la región de Salisbury al sudoeste de Inglaterra, y por supuesto el hermoso rito Hispano Mozárabe que se conserva todavía en iglesias de Toledo, Madrid y otras partes de la Península Ibérica.

    En estos tiempos convulsos política, social, ideológicamente, esta carta y el testimonio de MacMillan resuenan profundamente dentro y fuera de las Islas Británicas. Católicos comprometidos unen su voz a otros, correligionarios o no, implorando a la corte papal que reconozca lo que corresponde preservar y cultivar. Y qué apropiado que esta publicación se haya hecho en la fecha en la cual la Iglesia conmemora, en el calendario actual, al papa León II y al apóstol Santo Tomás; y en el calendario tradicional, a San Irineo de Lyon: obispo en el siglo II, adversario del gnosticismo, autor de Contra herejías.

    El Introito propio de la Misa tradicional del día de San Irineo reza “La ley de la verdad estaba en su boca, y la iniquidad no se hallaba en sus labios… Con aquellos que odiaban la paz, fui pacífico…” Y en la Oración Colecta se ruega “Oh Dios… que seamos firmes en la práctica de nuestra santa religión, y en todos los días podamos disfrutar de la paz que viene de Ti”. El 3 de julio: epístola desde Inglaterra por la paz en la Iglesia Católica, con la intercesión de los Santos y especialmente de aquel apóstol que dudó y creyó; y del obispo mártir de Lyon a quien, precisamente, el papa Francisco declaró en 2022 Doctor de la Iglesia: Doctor unitatis, de la Unidad.