Las Misas Votivas se ofician por un votum, una intención especial, y tienen unos textos propios que, con toda la elocuencia de la liturgia tradicional, exaltan la plegaria a Dios con pasajes del Antiguo Testamento, los Salmos y el Evangelio de San Juan. El Introito tiene fragmentos del Libro de los Reyes: “Yo elevaré un sacerdote fiel, que obrará de acuerdo con mi corazón y mi alma, y le construiré un templo fiel” y del Salmo 131: “Oh Señor, recuerda a David y toda su docilidad”.
La Oración Colecta expresa el pedido a Dios: “Muy humildemente te suplicamos… que por tu bondad sin límite nos concedas, para la santa Iglesia Católica, un obispo que te complazca siempre… y que sea siempre reverenciado por tu pueblo”. En la Epístola tomada del libro de los Hebreos, “Hermanos: Acerquémonos con confianza al trono de la gracia… Cada sacerdote escogido entre los hombres, es ordenado por los hombres en cosas que pertenecen a Dios, y puede ofrecer sacrificios por los pecados de aquellos que son ignorantes y yerran, porque él también es afligido por la enfermedad”.
Seguidamente, en el Gradual (la forma original después de la primera lectura y antes del Tracto-Salmo previos al Evangelio), del los Libros de Levítico y Hebreos: “El gran sacerdote, aquel grande entre sus hermanos, sobre quien se ha impuesto el aceite de la unción, cuyas manos han sido consagradas para el sacerdocio y ha sido vestido con las vestimentas sagradas… Que él pueda llegar a ser un alto sacerdote misericordioso y fiel al Señor, buscar la reconciliación por los pecados de la gente”.
El Tracto, con versos del Salmo 131 de nuevo: “Levantaos, Señor… Permitid que tus sacerdotes se revistan de justicia, y que tus santos se regocijen… no apartes tu rostro de tus elegidos”. El Aleluya, con un fragmento del Levítico, canta la dignidad que proviene de Dios únicamente: “Dejad que el sacerdote sea santo… el Señor te santifica”. El Evangelio de Juan es aquel del pasaje del anuncio de Jesús a los discípulos sobre la venida del Espíritu Santo Paráclito: El espíritu de la verdad, que el mundo no conoce y no puede recibir, porque no lo busca. Pero los apóstoles “Sí lo conocerán… No os dejaré huérfanos…”
El Ofertorio, con un fragmento del Libro de Esdras: “Ellos no recibirán las cosas sagradas hasta que un alto sacerdote se levante por evidencia y verdad”. Para la Comunión, del Éxodo: “El alto sacerdote que sea elegido deberá llevar la santa vestidura, y deberá entrar en el tabernáculo del testimonio, para oficiar el ministerio en el santuario” y después de la Comunión, la súplica: “Oh Señor… danos un sumo pontífice que pueda tanto instruir a tu gente en la virtud y llenar los corazones de los fieles con la fragancia del aroma espiritual”.
¿Cuánto tiempo estará la Sede Vacante? Tan alta dignidad eclesiástica, la de un auténtico sucesor del apóstol Pedro, bien vale las esperas y Misas Votivas necesarias hasta que haya fumata blanca y el mundo conozca a aquel que, reza el Introito, “caminará todos los días delante de Mis Ungidos”.