San Patricio es el Santo Patrono de Irlanda, desde donde la devoción católica viajó con los inmigrantes a los Estados Unidos, muchos de ellos asentándose en Nueva York, en donde la relación con la vieja patria ha tenido un fuerte arraigo en esta ciudad cuya catedral está dedicada al Santo, y es sin duda una de las más importantes del continente americano.
De arquitectura neogótica, fue construida en la Quinta Avenida para sustituir una antigua iglesia de la ciudad (en la calle Mulberry) también dedicada a San Patricio que se había quedado pequeña para el creciente número de fieles. Las obras comenzaron en 1858 y se terminaron en 1879, cuando fue bendecida y abrió sus puertas. La consagración se hizo en 1910, tras muchos empréstitos, deudas y colectas.
La Catedral reúne su historia hecha de inmigrantes europeos, de pobres y ricos, de grandes donantes y miles de fieles y visitantes que han aportado de distinta manera a su construcción, varias restauraciones, mantenimiento y riqueza arquitectónica y religiosa. Se le considera la “parroquia de la nación” y allí mismo, entre esos muros que atestiguan la tradición católica en la ‘Gran Manzana’, se cometieron el primer jueves de Cuaresma abusos contra la fe, la liturgia, hubo blasfemia, alteraciones de los ritos propios católicos, bailes y música no religiosa y una degradación de cualquier noción básica de la razón de ser del templo y del oficio funeral. Esto, a plena vista del personal de la iglesia y con el ritual pretendidamente religioso presidido por el sacerdote encargado, padre Edward Dougherty.
Las reacciones por supuesto no han sido menores. Plegarias, rezos de Rosario, debates en los medios noticiosos y sociales, peticiones en línea para que se practique un exorcismo. El rector de la Catedral, Enrique Salvo, emitió un comunicado diciendo que, bajo instrucción del arzobispo, cardenal Timothy Dolan, se había dicho una Misa de Reparación por los hechos, mismos que ellos condenaban, y aludiendo a una supuesta ignorancia por parte de la Catedral del tipo de funeral que iba a tener lugar cuando aceptaron la reserva correspondiente.
Ante esto, muchas personas han continuado preguntándose si es posible aceptar la versión oficial de que nadie en la Catedral sabía qué tipo de funeral había sido reservado, por qué se permitió que se desarrollara sin ninguna interrupción por parte de los clérigos de la Catedral o si ha sido suficiente una Misa de Reparación. En general, la reacción oficial arquidiocesana ha dado de la impresión de ser tenue frente al escándalo real y sus implicaciones.