San Patricio, reparación debida en Nueva York

San Patricio, reparación debida en Nueva York
Imagen de San Patricio, área de Colina Slane, Irlanda ©El Exquisito
Mesa Editorial / February 27, 2024
  • Fue solamente cuestión de días después del escándalo de dos noches de fiesta en la Catedral de Canterbury, en Inglaterra, para que al otro lado del Atlántico, en la ciudad de Nueva York, clérigos católicos de la insigne Catedral de San Patricio permitiesen otro escándalo. Esta vez no con una “discoteca silenciosa” sino con un estridente funeral sacrílego.

    San Patricio es el Santo Patrono de Irlanda, desde donde la devoción católica viajó con los inmigrantes a los Estados Unidos, muchos de ellos asentándose en Nueva York, en donde la relación con la vieja patria ha tenido un fuerte arraigo en esta ciudad cuya catedral está dedicada al Santo, y es sin duda una de las más importantes del continente americano.

    De arquitectura neogótica, fue construida en la Quinta Avenida para sustituir una antigua iglesia de la ciudad (en la calle Mulberry) también dedicada a San Patricio que se había quedado pequeña para el creciente número de fieles. Las obras comenzaron en 1858 y se terminaron en 1879, cuando fue bendecida y abrió sus puertas. La consagración se hizo en 1910, tras muchos empréstitos, deudas y colectas.

    La Catedral reúne su historia hecha de inmigrantes europeos, de pobres y ricos, de grandes donantes y miles de fieles y visitantes que han aportado de distinta manera a su construcción, varias restauraciones, mantenimiento y riqueza arquitectónica y religiosa. Se le considera la “parroquia de la nación” y allí mismo, entre esos muros que atestiguan la tradición católica en la ‘Gran Manzana’, se cometieron el primer jueves de Cuaresma abusos contra la fe, la liturgia, hubo blasfemia, alteraciones de los ritos propios católicos, bailes y música no religiosa y una degradación de cualquier noción básica de la razón de ser del templo y del oficio funeral. Esto, a plena vista del personal de la iglesia y con el ritual pretendidamente religioso presidido por el sacerdote encargado, padre Edward Dougherty.

    Las reacciones por supuesto no han sido menores. Plegarias, rezos de Rosario, debates en los medios noticiosos y sociales, peticiones en línea para que se practique un exorcismo. El rector de la Catedral, Enrique Salvo, emitió un comunicado diciendo que, bajo instrucción del arzobispo, cardenal Timothy Dolan, se había dicho una Misa de Reparación por los hechos, mismos que ellos condenaban, y aludiendo a una supuesta ignorancia por parte de la Catedral del tipo de funeral que iba a tener lugar cuando aceptaron la reserva correspondiente.

    Ante esto, muchas personas han continuado preguntándose si es posible aceptar la versión oficial de que nadie en la Catedral sabía qué tipo de funeral había sido reservado, por qué se permitió que se desarrollara sin ninguna interrupción por parte de los clérigos de la Catedral o si ha sido suficiente una Misa de Reparación. En general, la reacción oficial arquidiocesana ha dado de la impresión de ser tenue frente al escándalo real y sus implicaciones.

    Y es aquí en donde radica el debate crucial que atañe ya no solamente a católicos neoyorkinos escandalizados, sino a otros cristianos para quienes la Catedral de Nueva York es, como Canterbury, patrimonio sagrado. ¿Entienden el Cardenal, el Rector y otros clérigos ese significado de manera magisterial? o es un concepto líquido que toma la forma del envase –poliédrico o no- de turno?

    Hasta ahora, ninguna acción oficial de las autoridades católicas implicadas directamente en el caso ha sido esclarecedora. El Cardenal, por ejemplo, que no se ha mostrado especialmente preocupado, contrito o resuelto a aplicar sanciones canónicas y/o de labor pastoral; de hecho dijo además públicamente que el sacerdote Dougherty había actuado brillantemente. La impresión es que trata de esquivar el tema y más aún, su responsabilidad, como se puede leer en este artículo de la revista en línea The Pillar.

    Nueva York se une infaustamente a Canterbury: en febrero 2024, ambas catedrales han sido profanadas. En la de Santo Tomás de Canterbury, hoy anglicana, las mismas autoridades eclesiásticas a cargo han propiciado el evento y en la de San Patricio, lo han tolerado mientras ocurría y luego, a pesar del comunicado oficial de rechazo, la postura cardenalicia es tan confusa con lo que se esperaría de un alto prelado católico, que termina añadiendo al escándalo y da pie a recordar lo que escribiría el teólogo y profesor Carl Trueman sobre la desacralización del hombre, señalando como la muerte es una faceta sagrada de la vida humana, y los rituales para ese momento, merecen la reverencia debida de la cual se han apartado sociedades -no sin complicidad clerical- en tantos lugares de Europa y América.

    En este nuevo artículo publicado en The European Conservative, el doctor Cajetan Skowronski expande el texto de Trueman en el contexto de lo que ocurrido en Canterbury y la campaña que él y otras personas iniciaron primero intentando que se suspendiese la programación de las fiestas y luego organizando plegarias que además de rezo son también una protesta a la cual se han unido cristianos de otras confesiones contra otros eventos similares programados en varias catedrales inglesas para los próximos meses.

    El artículo del doctor Skowronski es particularmente importante porque su argumento, con las citas bíblicas y el revelador -para desaliento- de la breve reunión que le fue concedida con el deán de Canterbury, es relevante en Nueva York y más allá: “la desacralización de nuestros templos los convierte, de lugares de gracia que santifican a quienes entran, en conjuntos de piedra y mortero sin significado, meras recámaras utilizables para cualquier bajo propósito”.

    La leyenda en Irlanda es que no hay serpientes porque San Patricio las desterró en el sitio que se conoce como Croagh Patrick, cerca a la histórica colina de Slane. Pero claramente muchas víboras serpentean hoy en día entre la Gran Manzana. La ciudad y su Arquidiócesis han adquirido una seria deuda de reparación.

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