Latín, ante meridiem et post meridiem

Latín, <em>ante meridiem et post meridiem</em>
Mesa Editorial / June 13, 2022
  • El latín es una lengua muerta, aparentemente. Es decir, para nadie en el mundo contemporáneo es, oficialmente, su primer idioma pero es la lengua madre de los idiomas modernos que se hablan mayoritariamente, incluyendo el español y el inglés, está presente en su forma original en muchas de las expresiones que se usan en las humanidades, ciencias, leyes, en la vida cotidiana, etcétera.

    Es la lengua de la iglesia cristiana y, a pesar de embates vernáculos variopintos, es la lengua oficial de la Santa Sede y del Rito Romano de la iglesia católica. La Academia Pontificia Latinitatis, creada motu proprio por el papa Benedicto XVI, y la Fundación Latinitas, a su vez instituida en 1976 por el entonces papa Pablo VI, desarrollan actividades y publicaciones que fomentan el estudio y difusión de la lengua. Entre ellas, el Léxicum, diccionario de neologismos (traducción italiano-latín), con la colaboración de expertos internacionales y que se puede consultar en línea (aunque el diseño de la página web es tan antiguo que parece que nadie en el departamento informático de la Curia Vaticana se ha atrevido a atravesar el ‘rubicón’ del lenguaje html en este año MMXXII).

    La historia del latín se puede estimar en unos 2700 años, en un pequeño asentamiento en el monte Palatino, en la región de Latium, donde habitaban, junto con otros grupos, los romanos que, con el tiempo, se convertirían en la tribu que dominaría y se convertiría en el imperio. Cualquier interés por la historia y el arte en Occidente se satisface mejor con el conocimiento, por lo menos, de algunas bases del latín en el cual se comunicaron desde pensadores antiguos romanos hasta genios del Renacimiento, pasando por una larga lista de emperadores, artistas, clérigos y otras personas que, en una pared, en una lápida, en un manuscrito, inscribieron algún tipo de testimonio que nos ha llegado hasta hoy.

    La lengua común, de mañana y tarde

    Tanto del latín clásico como del latín vulgar -del cual se derivan las lenguas romances o románicas-, de sus diferencias y coexistencia durante siglos, se ha producido una riqueza lingüística invaluable que, en El Exquisito (aquí, Exquisitus), nos proponemos seguir explorando, mientras vale la pena repasar algunas expresiones para entrenerse y aprender: Castigat ridendo mores (la risa corrige la moral), me vexat pede (para referirse a una persona o situación que molesta como la piedra en el zapato), mulgere hircum (intentar lo imposible, como ordeñar un macho de cabra), barba non facit philosophum (la barba no hace al filósofo, es decir, el hábito no hace al monje), de gustibus non est disputandum (entre gustos no hay disgustos), ex nihilo nihil fit (nada sale de la nada, todo necesita esfuerzo) y un recorderis para todos los políticos y similares: Caesar non supra grammaticos (el emperador no está por encima de los gramáticos).

    Por último, no hay que olvidar que la gramática del latín lo hace perfecto decir mucho en pocas palabras y para la adaptación de nuevos términos: un ‘tweet’ es breviloquia, los investigadores de objetos voladores no identificados -ovnis-, se traducen en il rerum inexplicatarum volantium studiosus, la popular sangría española es pótio mixta Hispánica, mientras vodka es válida pótio Slávica, té es theana pótio y salón de té suena definitivamente más elegante como conclave theárium.